Busquemos la luz
“Toda escritura inspirada por Dios es provechosa… para instrucción en la justicia.” – Pablo. (II TIMOTEO, 3:16.)
Procura la idea por el valor que le es propio.
Cuando la moneda común te viene a las manos, no preguntas de donde provino.
Ignoras si procede de la casa de un hombre justo o injusto, si estaba, antes, al servicio de un santo o de un malhechor.
Conociéndole la importancia, sabes conservarla o utilizarla, con sentido practico, porque aprendiste a percibir en ella el sello de la autoridad que te orienta la lucha humana.
El dinero es una representación del poder adquisitivo del gobierno temporal a que te sometes y, por eso, no le discutes el origen, respetándolo y aprovechándolo, a la altura de las posibilidades con que se presenta.
En la misma base, surgen ideas renovadoras y edificantes.
¿Por qué exigir sean subscritas, en su exposición, por nuestros parientes o amigos particulares, a fin de que produzcan el efecto saludable que esperamos de ellas en nosotros y alrededor nuestro?
Toda página consoladora e instructiva es dadiva de lo Alto.
No importa que los pensamientos en ella corporificados hayan venido por intermedio del espíritu de nuestros padres terrestres o de nuestros hijos en la carne, de nuestros afectos o de nuestros compañeros.
Lo esencial es el provecho que nos pueda ofrecer.
El dinero con que adquieres el pan de hoy puede haber pasado antes por las manos de tu adversario mayor, más no deja de ser una bendición para la garantía de tu sustentación, por el valor de que se reviste.
Así también, el mensaje de cualquier, procedencia, que nos induzca al bien, o a la verdad, es siempre valiosa y santa en sus fundamentos, porque, usándola en nuestra alma o en nuestra experiencia, podemos adquirir los talentos eternos de la sabiduría y del amor, por tratarse de recursos salvador nacido de la infinita misericordia de nuestro Padre Celestial.
Busquemos la luz donde se encuentre y la tiniebla no nos alcanzará.
Chico Xavier nos habla, en su libro Fuente Viva, del valor que debemos darle a los recursos que llegan a nuestras manos. Y es que, en muchas ocasiones, pensamos en la procedencia del dinero, los objetos e incluso las ideas que recibimos. No obstante, recomienda no prestar atención a este tipo de conceptos, sino centrarnos en el uso que podemos darle a todo lo recibido.
Dios nos provee con todo tipo de recursos, necesarios para nuestro progreso. Nosotros somos los encargados de darles la importancia correspondiente. Nuestro Libre Albedrío confirmará si hacemos uso de dichos recursos de una forma provechosa.
Fuente: Fuente Viva (Libro)
Imagen: FlickR – Víctor de Lara