Un pequeño análisis Espírita de la resignación
En la última reunión de estudio que llevamos a cabo en el GECV, una de nuestras hermanas nos habló acerca de la resignación. Estudiando el Espiritismo, en nuestro centro Espírita de Cáceres, Extremadura, descubrimos nuevas definiciones y respuestas para términos que a primera vista son totalmente habituales en el lenguaje.
Lo que en ocasiones no sabemos es que esas palabras que, ya decimos, usamos muy frecuentemente, pueden tener significados completamente nuevos que nos dan, también, nuevas perspectivas de la vida.
En nuestro caso, estábamos intentando definir a Dios. La tarea, ya de por sí, es extremadamente difícil. ¿Cómo definimos a Dios? ¿Cómo podríamos conseguir describirle desde nuestras perspectivas humanas y tan poco evolucionadas?
En ocasiones, cuando intentamos dar definición a determinados conceptos, solo entramos en una espiral que algunos ya concretamos como «una mecedora que no lleva a ninguna parte«. Y es precisamente por eso, porque no lleva a ninguna parte, por lo que decidimos hacer uso de la resignación.
¿Qué es la resignación?

Cuando los Espíritas nos resignamos, no hacemos otra cosa que aceptar la situación y continuar hacia adelante, confiando en nuestro padre y en lo que la Providencia nos tiene guardado.
Existen muchos tipos de situaciones ante las que debemos resignarnos, aunque aquí hablaremos de la definición de Dios. ¿Podemos definir a Dios?
No hay duda de que, en nuestro estado de evolución actual, es algo tremendamente complicado. Sí es cierto de que podemos hacernos una idea mínima de qué es Dios, pero, a fin de cuentas, nuestras capacidades humanas y espirituales nos impiden comprenderle. Solo queda que nos resignemos.
J. Herculano Pires comentaba lo siguiente, en una de sus obras:
La resignación Espírita transcurre, no de una sumisión místico-religiosa a las fuerzas incontrolables, sino de una comprensión del problema de la vida. Cuando el Espírita se resigna, no está sometiéndose por el miedo, sino sólo aceptando una realidad a la cual tendrá que sujetarse, exactamente para superarla, para vencerla. No es, pues, conformismo que se manifiesta en esa resignación, sino la inteligente comprensión de que la vida es un proceso en desarrollo, dentro del cual el hombre tiene que equilibrarse.
Ante la pregunta «¿Qué es Dios?», resignarse no es, por tanto, darse por vencido, sino dejar la cuestión a un lado, de forma temporal, hasta disponer de las capacidades suficientes que nos permitan obtener respuestas.