¿Consigues ir?

“Ven a mi…” – Jesús (MATEO,11: 28.)

El creyente escucha la llamada del Maestro, anotando bendecidas consolaciones. El adoctrinador lo repite para comunicar vibraciones de confort espiritual a los oyentes.

Todos oyen las palabras del Cristo, las cuales insisten para que la mente inquieta y el corazón atormentado le procuren el regazo refrigerante…

Con todo, si es fácil oír y repetir el “ven a mi” del señor, ¡cuan difícil es “ir para El”!

Aquí, las palabras del Maestro se derraman como bálsamo vitalizante , entre tanto, los lazos de la conveniencia inmediatista son demasiado fuertes; más allá se señala convite divino, entre promesas de renovación para la jornada redentora, todavía, el carcelero del desanimo aísla el espíritu, a través de rejas resistentes; allá, el llamamiento de lo Alto ameniza las penas del alma desilusionada, más es casi impracticable la libertad de los impedimentos constituidos por personas y cosas, situaciones e intereses individuales, aparentemente improrrogables.

Jesús, nuestro Salvador, nos extiende los brazos amorosos compasivos. Con el, la vida se enriquece de valores imperecederos y la sombra de sus enseñanzas celestes seguiremos, por el trabajo santificante, en la dirección de la Patria Universal…

Todos los creyentes le registran la llamada a consolador, más raros se revelan suficientemente
valerosos en la fe para buscarle la compañía.

En suma, es muy dulce escuchar el “Ven a mí”…

¿Entre tanto, para hablar con verdad, ya conseguisteis oír?

Jesús ya dijo que fueran a él los que se encontraban fatigados, cansados. Las personas que estaban tristes o desanimadas debido a las situaciones de su vida, le solicitaban apoyo y guía. Les pedían ayuda para poder seguir hacia adelante, buscando una solución a los problemas que se les presentaban. Y él, sin embargo, solo les decía que le siguieran.

Pero, ¿es difícil seguir a Jesús? ¿es complicado respetar las leyes inmutables de Dios? Parece que sí, pero no. Las personas, habitualmente, se enredan en sus quehaceres diarios, postergando el seguimiento a Jesús y afirmando que las tareas que deben hacer en su día a día son mucho más importantes que el seguimiento al maestro. No obstante, no todo es tan complicado.

Jesús solo pidió una cosa a la hora de seguirle: Amor. En todas las situaciones y en todos los momentos de nuestras vidas. ¿Es difícil tener paciencia, cariño, bondad, en todo momento? Es cierto que muchas de las virtudes incluidas en el amor todavía no las hemos adquirido de forma completa. Pero, Dios nos proporciona todas las vidas necesarias para que aprendamos los dones que nos llevarán a la perfección, y sobre todo a la adquisición de las características personales que nos harán mejores.

Trabajemos arduamente y a diario para tratar con amor a todo y a todos los que nos rodean. Solo así seguimos a Jesús y seguiremos creciendo espiritualmente.

Fuente: Fuente Viva (Libro)